Tracy López, the author of Latinaish, created Spanish Friday. Read more about the idea and join us if you like!
Hoy mi hija Maggie escribe un poco de estar aquí en México.
¿Cómo explicar el gusto que me da estar de nuevo en Guanajuato? Me gustaría explicar el placer con el que hablo ahora el español con mis amigos de aquí. Hablar como niña, hablar como hija consentida, hablar como una chica que está de vacaciones sin preocupaciones es un lujo.
Pasé el verano hablando español con inmigrantes y personas enfrentadas con la deportación, usando un vocabulario ajeno, formal, y frío. Esto era parte de mi trabajo en una organización de derechos humanos, en el departamento de inmigración y asilo político. Uno de los servicios que provee la organización es consulta legal gratuita para personas detenidas. Ahí, en un pequeño cuarto, separada de los detenidos por una pared de vidrio, trabajaba como intérprete. Les decía una y otra vez, “No veo manera de que Usted se quede en el país,” intentando suavizar la realidad, diciendo, “Entendemos que es una situación muy difícil.”
Ahora, caminando por las calles de Guanajuato con mis amigas de hace años, dejo atrás el vocabulario de inmigración y persecución, de sistemas legales y procedimientos de deportación. En cambio, hablo de tonterías que hacíamos en la preparatoria y los chismes de la ciudad. Digo, “Nena, ¡ya te extrañaba!” y “¿A poco están saliendo tal y tal?” Comemos papas con limón y salsa, nos sentamos en las escalinatas del Teatro Juárez, y disfruto de la increíble sensación de platicar con las mismas personas que me enseñaron el vocabulario que ahora uso tan fácilmente.
Pero por lo mucho que tiendo a distinguir entre el vocabulario de mi trabajo en Minneapolis y el de mi vida social en Guanajuato, por lo mucho que siento la diferencia entre estas formas de hablar y estos mundos distintos, hay momentos en los que se mezclan. Hace unos días, paseando tranquilamente con una amiga, le digo, “¿Sabes la palabra que nunca lograo decir bien?—amenazar. Siempre lo tengo que decir en el trabajo,” le explico. Ahí, en una sola palabra, se puede encontrar el dolor y el temor de la mitad de la gente con la que hablo en el trabajo, y con un porcentaje enorme de la población mexicana. Tanto ella como yo lo sabemos, pero por lo momento, decidimos quedarnos en el mundo fascinante del lenguaje. Se ríe, y juntas repetimos la palabra tantas veces que se mezclan las vocales y las consonantes hasta terminar con un sonido indistinto.
Kate
Aug 28, 2011
Hermana mía, que gusto me dio ver tu cara bonita en la foto, e imaginarte con tus amigas en Gto, entre limonadas y umbertinas (¿así se llamaban, no? ¿Levará ‘h’?). Aquí en el Perú, no pasa ni un día en que no te piense, en que no te extrañe…
Si permite el tiempo, disfruta por mí de los siguientes dos platos mexicanos que me han estado provocando desde hace tiempo: huevos rancheros, y enchiladas rojas. También, nunca está demás un par de taquitos, claro que con sus chiles auténticos rojo y verde (no como los del restaurante mexicano La Mordida en Madrid, que tenían un sabor auténtico, pero no picaban).
Aprovecha los días que te quedan en Gto, antes de volver al lenguaje formal de tu pasantía, y la triste realidad que representa…la cuál podría considerarse, creo, como la otra cara de la realidad mexicana…
Te quiero,
Kate